Tras lo que en el pasado entendimos que se trataba de meros anuncios de tipo globo sonda, ahora nos encontramos con que parece que numerosos ayuntamientos de España no renuncian a sus polémicas ideas y se han puesto en marcha para ejecutar severos planes para castigar el uso del vehículo privado, con medidas como la eliminación de miles de plazas de aparcamiento, el anuncio de la implantación de un canon por circular en las ciudades, la creación de aparcamientos disuasorios por su incomodidad y la casi imposición del uso de la bicicleta, entre otras.
¿Por qué será que la tendencia general de los responsables de las Administraciones Públicas, cuando tienen un problema que solucionar como el de la movilidad, siempre tiran por el camino fácil e “imaginativo” y lo tratan de resolver cobrando, prohibiendo o multando?. Pues en esas estamos.
Respecto a la implantación de un canon, al estilo de Londres u otras para acceder y circular por las grandes ciudades se trata de una medida que seguramente no la veremos incluida en ningún programa electoral, por ser hoy en día absolutamente impopular. La creación de aparcamientos disuasorios -disuadir, según nos dice la RAE significa “mover a uno con razones a desistir de un propósito”- sería buena opción si en vez de esa carga negativa que supone la disuasión, tuvieran estos aparcamientos en cambio un enfoque de gratuidad, facilidad, comodidad y agilidad.
En cuanto al uso de la bicicleta, se pongan como se pongan nuestros gobernantes municipales, hoy por hoy las ciudades españolas, sobre todo las grandes, no están preparadas por su diseño y concepción para circular por ellas en bicicleta. Y desgraciadamente lo que está sucediendo es que está aumentando de forma alarmante la siniestralidad de los ciclistas. Como nos decía Fernando Fernán-Gómez en su ya famosa obra de teatro: las bicicletas son para el verano.
Desde CEA siempre hemos creído que los automovilistas, cuando nos metemos en incómodos atascos para entrar o salir de las grandes ciudades o para circular por las mismas, no lo hacemos porque somos unos ignorantes e insensibles medioambientales; lo hacemos porque sin duda estaremos usando la menos mala de nuestras opciones de transporte. Por supuesto que queda recorrido y se pueden ejecutar infinidad de intervenciones para mejorar la movilidad en las ciudades y hacerla compatible con el medio ambiente y la libertad de elección de transporte de los ciudadanos. Pero para ello hace falta algo fundamental: dotación presupuestaria y subvenciones para modernizar un parque de vehículos anticuado y contaminante.
Sólo hace falta viajar un poco al extranjero y ver qué se hace en otras ciudades que están teniendo éxito en la solución del problema. En España, la planificación que se ejecutó en Barcelona de cara a los juegos olímpicos del 92, o el desarrollo de Madrid calle 30, aunque transitoriamente fueron molestos, son ejemplos de soluciones integrales y de verdadera calidad al tema de la movilidad. Y en ciudades medias tenemos los magníficos ejemplos actuales de Vitoria o Santander, modélicas a la hora de solucionar los problemas de movilidad y convivencia de diferentes medios de transporte.
En fin, es una idea muy sencillita que parece que no acaban de entender: cuando dispongamos de otras opciones de transporte público más cómodas, eficaces, económicas y eficientes desde el punto de vista energético, que nos garanticen una movilidad de mayor calidad, sin duda entonces y sólo entonces y por supuesto desde nuestra libertad, los automovilistas optaremos por no usar nuestros vehículos privados.
Rafael Fernández-Chillón. Director General de CEA