En algún momento de nuestra vida, muchos hemos podido pensar que entre conducir de día y de noche no hay diferencia, pero nada más lejos de la realidad. La conducción nocturna presenta una serie de riesgos que no encontramos cuando conducimos de día.

Es muy común encontrarse con vehículos cuyas luces del coche no funcionan correctamente. Como es el caso de aquellos vehículos en los que uno o varios de los faros no funcionan. Un detalle que aunque pueda no parecer grave, en realidad, influye directamente en nuestra conducción y en nuestra seguridad.

Numerosos estudios indican que más de la mitad de los accidentes con víctimas mortales tienen lugar de noche. De hecho, gran parte del equipamiento y de los dispositivos de seguridad que existen actualmente en los vehículos no sirven de mucho en una situación en la que el conductor no es capaz de ver por dónde circula.