Son muchos los socios de CEA, así como amigos cercanos y familiares, los que no han parado de repetirme que la movilidad en la ciudad de Madrid está imposible y que nadie se queja, pues parece que todos soportamos estoicamente una serie de medidas que lo único que vienen es a entorpecer la normal movilidad en la ciudad y, como consecuencia, la calidad de vida de numerosos ciudadanos madrileños que optamos por el vehículo privado o el carsharing, así como por el transporte público de superficie, pues no olvidemos que los autobuses de la EMT y los taxis se ven igualmente afectados.
Y es que desde el Ayuntamiento están jugando a hacer política a costa de la movilidad y lo dicen abiertamente: han llegado al Ayuntamiento para transformar la ciudad. Y en esa transformación hay una obsesión compulsiva con el automóvil y el automovilista. Dicen que hay que recuperar la ciudad para los ciudadanos, una afirmación trampa que viene a excluir a los automovilistas de tal condición. ¿O es que nos somos también ciudadanos los automovilistas?
Nadie entiende las actuaciones en las calles Santa Engracia o Alberto Aguilera, ejes fundamentales de la movilidad en Madrid. Ahora Santa Engracia se ha convertido en un embudo, pues muchas veces se queda en un único carril de circulación debido a la doble fila o a las maniobras de estacionamiento y, por su parte, Alberto Aguilera, con el carril bici más peligroso y sin sentido de toda Europa, soporta unos atascos monumentales todas y cada una de las mañanas en una calle que es la vía natural de acceso a la ciudad de la carretera de La Coruña. ¿Por qué no nos han consultado a los madrileños para abordar dichas actuaciones?
Por otra parte, se han dedicado a cortar, en su totalidad o parcialmente, durante muchos días, diferentes túneles de vital importancia como: Sor Ángela de la Cruz, Plaza de Castilla o Joaquín Costa. En teoría para hacer reparaciones ante las filtraciones de agua. Pero, ¿por qué no han trabajado en esas obras las 24 horas? Era sangrante ver totalmente colapsado el puente de Raimundo Fernández Villaverde gracias al corte del túnel de Joaquín Costa y ¡nadie trabajando en las obras del mismo!
Eso sin olvidarnos del inexplicable tiempo que ha permanecido cerrado el túnel de la calle María de Molina, salida natural al aeropuerto de Barajas y a la carretera de Barcelona, lo que ha generado el colapso en vías tan importantes como Velázquez, Príncipe de Vergara o José Abascal.
Tampoco olvido la absoluta e incomprensible falta de transparencia en la operación asfalto del verano pasado y que, por primera vez, en vez de hacer las obras de asfaltado en horarios nocturnos, como se ha hecho siempre para perturbar lo menos posible a la circulación y a los ciudadanos, se ha hecho en horario diurno con el consiguiente caos circulatorio.
Así que, por favor, que sepan en el Ayuntamiento de Madrid que estamos verdaderamente hartos de que no dejen de tomar inexplicables medidas que lo único que hacen es perturbar y dificultar la movilidad en nuestra ciudad, la de todos los madrileños, también los automovilistas. ¿Quieren mejorar o empeorar nuestra calidad de vida en Madrid?
Los experimentos, con gaseosa.
Rafael Fernández-Chilón. Director general de CEA.